Historia del Colegio
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
COLEGIO MARISTA «SAN FERNANDO» – SEVILLA
En junio de 1933 el Hermano Aurelio Garín fue enviado desde Murcia a Sevilla para buscar el local donde ubicar un nuevo Colegio de la Institución. Preguntando a los clientes de una barbería de la calle Bailén si sabían de algún edificio disponible para su finalidad, una vez explicada a los presentes e identificado como Hermano Marista, el padre de quienes serían los dos primeros alumnos matriculados, Fernando y Antonio Murillo Izquierdo le ofreció la casa de la calle san Eloy, donde se desarrolló el primer curso, desde septiembre del mismo año 1933, en la que ahora se encuentra un bar y en cuya fachada un azulejo recuerda tal hecho.
El 15 de septiembre figura como día de matriculación de los dos hermanos Murillo, el día 20 el de los alumnos José Galán Díez y Joaquín Torres López, y 26 más ingresaron en el mes de octubre. No dejó de crecer el número de alumnos durante el curso, hasta el punto de que para el curso 1934-35 se adquirió, gracias a las gestiones de D. Rafael Peralta, el hotel Bristol de la calle Jesús del Gran Poder, sede colegial que estuvo abierta hasta el año 1968.
La buena fama de la docencia impartida por los Hermanos en pleno centro de la ciudad, la confianza que pusieron muchas familias en la educación impartida en el Colegio San Fernando provocó que hubiese que buscarse otro edificio, en la calle san Pablo, contiguo a la capilla de la Hermandad de Montserrat, que abrió sus puertas en 1945, hasta el año 1972, en el que se cerró definitivamente para pasar todos los niveles educativos al nuevo colegio de calle Paraíso. Éste se había inaugurado en 1969, un año después de cerrar el de calle Jesús del Gran Poder.
Han sido miles de jóvenes sevillanos los que se han formado en las aulas de nuestro Colegio, que han recibido el carisma marista simbolizado en las tres violetas de nuestra enseña, y que han mostrado en la sociedad a la que se han incorporado como profesionales de las más diversas ramas esa identidad que los ha marcado para siempre y de la que, generalmente, se muestran plenamente orgullosos.